DE VUELTA!!
0:36Donde está Chela?
Después de un largo descanso estival, volvemos con fuerza!
Antes de nada hoy es un día muy especial, el 12 de octubre el día de la Hispanidad y el de las Fuerzas Armadas y por ciertas razones me siento muy orgullosa. Este año está siendo súper especial para mí, lleno de buenas experiencias y grandes oportunidades profesionales al mismo tiempo que de enriquecimiento personal.
Pero tantos cambios y tanto trabajo me llevaron a un nivel de estrés bastante grande. De repente tenía que escribir demasiado, y aunque es algo que me encanta creí que llegaba a estar saturada. Si a eso le sumamos la casa, los niños y demás obligaciones es una bomba de relojería! Mi nivel de la perfección en todos los sentidos es muy alto y si no lo hago o almenos creo, perfecto no puedo hacerlo, entonces decidí parar por un tiempo y me tome unas merecidas vacaciones de 3 meses. Como los niños en el colegio vamos!
Me cogí a mis churumbeles y nos fuimos a Canarias nada más terminar Michael el colegio, la verdad que ha sido un verano inolvidable! Los niños lo han pasado genial allí con toda la familia, compartiendo aventuras con su otro primo y descubriendo nuevas playas, además de todos los mimos y cariños que les dan allí. Todos sabemos que los abuelos están para malcriar a los nietos y durante 3 meses así ha sido, pero yo encantada todo hay que decirlo.
Me han ayudado mucho a lo que se refiere el cuidado con
los niños y en todos los sentidos, ya que allí he estado como una reina y con
ganas de volver pero ya definitivamente. Tengo que dar las gracias también a
toda la gente que me firmo en la última entrada y me daban ánimos y demás, al igual
que a las personas cada día se metían en mi blog para ver si lo estaba
actualizando o no, os pido perdón pero no podía. Ahora ya estamos otra vez de
vuelta, tanto los niños como yo. Michael ha vuelto al cole que este año ya hace
P4 y Leo esta íntegramente en mis manos, jeje…
He leído recientemente que existe un
síndrome que se llama “Burnout” y creo 100x100 que es lo que me estaba
ocurriendo a mí. Espero que leáis la definición que pongo sobre ello ya que es
muy importante que si alguien tiene esos síntomas sepa que hay que hacer para
poder recuperarse del todo. Yo por suerte tome una decisión sin ni siquiera
saber que me pasaba o si era un síndrome ni nada. Ahora me siento genial con
muchas fuerzas y con ganas de seguir escribiendo igual o más que antes! Espero
que vosotros me sigáis en esta nueva etapa del Mundo de Chela!
El artículo que pude ver hace un par
de días en la página de genial.guru es bastante largo pero lo quiero poner todo
sin cortar nada ya que me parece algo interesante para compartir si le está
pasando a alguien como yo creo que me estaba pasando. Así que aquí lo dejo:
¿No
tienes fuerzas?, ¿no puedes sentir nada ni alegrarte en la vida?
Lastimosamente, es un problema común de nuestros tiempos. Sin
embargo, por fortuna, se puede combatir.
El sitio Тезис.Гуманитарные
дискуссии publicó
la conferencia de un reconocido psicoterapeuta austriaco,
Alfried Langle, en donde explican de qué se trata
el síndrome, de quién es la culpa y cómo lidiar
con él. Con autorización de la fuente, Genial.guru te la ofrezco
a ti.
El síndrome del trabajador quemado, también llamado síndrome
del desgaste laboral, es un síntoma de nuestros tiempos.
Es una condición de agotamiento que nos conduce a una parálisis
de nuestras fuerzas y sentimientos, y la cual
va de la mano con la pérdida de la alegría por
vivir.
Actualmente los casos de este síndrome son cada vez más frecuentes.
No simplemente es típico para las profesiones relacionadas
al trabajo social, a las cuales se les atribuía este síndrome
antes, sino también para otras carreras e inclusive la vida personal.
A la propagación del síndrome de agotamiento contribuye nuestra
era: los tiempos de avances tecnológicos, de consumo excesivo,
de nuevo materialismo, de entretenimiento y de disfrutar
de la vida. Son los tiempos en los que nos explotamos
a nosotros mismos y dejamos que nos exploten.
El agotamiento leve
Creo que todos han sentido alguna vez los síntomas del
agotamiento. Descubrimos las señales de agotamiento después de haber
pasado por una tensión fuerte o al haber finalizado alguna tarea
en general. Por ejemplo, te estabas preparando para tus exámenes,
trabajando en algún proyecto difícil, escribiendo tu tesis
o cuidando a tus dos hijos pequeños. A veces tienes que emplear
más fuerzas para solucionar algún asunto crítico.
Es entonces cuando surgen tales síntomas como irritabilidad, falta de deseo, trastornos del sueño (cuando no puedes conciliar el sueño o pasa todo lo contrario, duermes mucho tiempo), disminución de la motivación, incomodidad, síntomas depresivos. Es una variación bastante sencilla del agotamiento, te quemas a nivel de reacciones, se manifiestan las reacciones fisiológicas y psicológicas como respuesta a un estrés fuerte.
Cuando la situación que te generó agotamiento termina, los síntomas desaparecen por su cuenta. En este caso te pueden ayudar los días de descanso, los fines de semana, vacaciones, dormir, hacer ejercicio. Si no compensas la energía mediante el descanso, el organismo entra a un modo de ahorro de batería, tal como si fuera un ordenador.
En realidad tanto el cuerpo como la psique están constituidos para aguantar mucho estrés y tensión, porque a veces tenemos que trabajar muy duro para alcanzar algunos objetivos grandes. Por ejemplo, si tienes que rescatar a tu familia de algún apuro.
El problema es otro: si el reto no se acaba, es decir, si la gente realmente no puede descansar, si constantemente las personas sienten que están obligadas a cumplir con algunas expectativas elevadas, si están preocupadas por algo, tienen miedo o están esperando que pase algo... todo esto lleva a una sobrecarga del sistema nervioso, tal persona se pone tensa a nivel muscular también y empieza a sentir dolores físicos. Algunas personas mientras están dormidas comienzan a crujir los dientes. Este podría ser un síntoma de agotamiento excesivo.
Es entonces cuando surgen tales síntomas como irritabilidad, falta de deseo, trastornos del sueño (cuando no puedes conciliar el sueño o pasa todo lo contrario, duermes mucho tiempo), disminución de la motivación, incomodidad, síntomas depresivos. Es una variación bastante sencilla del agotamiento, te quemas a nivel de reacciones, se manifiestan las reacciones fisiológicas y psicológicas como respuesta a un estrés fuerte.
Cuando la situación que te generó agotamiento termina, los síntomas desaparecen por su cuenta. En este caso te pueden ayudar los días de descanso, los fines de semana, vacaciones, dormir, hacer ejercicio. Si no compensas la energía mediante el descanso, el organismo entra a un modo de ahorro de batería, tal como si fuera un ordenador.
En realidad tanto el cuerpo como la psique están constituidos para aguantar mucho estrés y tensión, porque a veces tenemos que trabajar muy duro para alcanzar algunos objetivos grandes. Por ejemplo, si tienes que rescatar a tu familia de algún apuro.
El problema es otro: si el reto no se acaba, es decir, si la gente realmente no puede descansar, si constantemente las personas sienten que están obligadas a cumplir con algunas expectativas elevadas, si están preocupadas por algo, tienen miedo o están esperando que pase algo... todo esto lleva a una sobrecarga del sistema nervioso, tal persona se pone tensa a nivel muscular también y empieza a sentir dolores físicos. Algunas personas mientras están dormidas comienzan a crujir los dientes. Este podría ser un síntoma de agotamiento excesivo.
El agotamiento crónico
Si la tensión se vuelve crónica, el síndrome
se manifiesta a nivel de desorden.
En 1974 el psiquiatra Freudenberger de Nueva York publicó por primera vez un artículo sobre los voluntarios que trabajaron en actividades sociales por parte de su iglesia local. En ese texto describió su situación. Esas personas tenían síntomas parecidos a la depresión. En su perfil se detectaba siempre lo mismo. Al principio esas personas estaban completamente fascinadas por sus actividades. Después esa fascinación empezó a disminuir. Y al final se desvaneció por completo convirtiéndose en un puñado de cenizas.
Todos ellos manifestaron los mismos síntomas: el agotamiento emocional y la fatiga constante. Solo con pensar que al día siguiente tenían que ir a trabajar, aparecía una sensación de fatiga. Tenían varias dolencias a nivel físico, se enfermaban muy seguido. Este fue uno de los conjuntos de síntomas.
Al respecto de sus sentimientos, ya no eran fuertes. Sucedió algo que el psiquiatra llamó "deshumanización". Cambió su actitud hacia las personas a quienes ellos estaban ayudando: primero fue un trato amoroso y atento, y luego se convirtió en un trato cínico, de repudio y negativo. También empeoraron las relaciones con sus compañeros, de repente se manifestaba un fuerte sentimiento de culpa y el deseo de alejarse de todo. Ellos trabajaban menos y lo hacían todo mecánicamente como si fueran robots. Es decir, esas personas, a diferencia de cómo eran antes, ya no se sentían capaces de entablar una relación y ni siquiera trataban de hacerlo.
En 1974 el psiquiatra Freudenberger de Nueva York publicó por primera vez un artículo sobre los voluntarios que trabajaron en actividades sociales por parte de su iglesia local. En ese texto describió su situación. Esas personas tenían síntomas parecidos a la depresión. En su perfil se detectaba siempre lo mismo. Al principio esas personas estaban completamente fascinadas por sus actividades. Después esa fascinación empezó a disminuir. Y al final se desvaneció por completo convirtiéndose en un puñado de cenizas.
Todos ellos manifestaron los mismos síntomas: el agotamiento emocional y la fatiga constante. Solo con pensar que al día siguiente tenían que ir a trabajar, aparecía una sensación de fatiga. Tenían varias dolencias a nivel físico, se enfermaban muy seguido. Este fue uno de los conjuntos de síntomas.
Al respecto de sus sentimientos, ya no eran fuertes. Sucedió algo que el psiquiatra llamó "deshumanización". Cambió su actitud hacia las personas a quienes ellos estaban ayudando: primero fue un trato amoroso y atento, y luego se convirtió en un trato cínico, de repudio y negativo. También empeoraron las relaciones con sus compañeros, de repente se manifestaba un fuerte sentimiento de culpa y el deseo de alejarse de todo. Ellos trabajaban menos y lo hacían todo mecánicamente como si fueran robots. Es decir, esas personas, a diferencia de cómo eran antes, ya no se sentían capaces de entablar una relación y ni siquiera trataban de hacerlo.
Este comportamiento tiene cierta lógica.
Si ya no tengo fuerza en mis sentimientos,
ya no tengo fuerzas para amar y escuchar, y los demás
se convierten en una carga para mí. Siento que
ya no puedo corresponderles o estar al mismo nivel,
y que sus expectativas son exageradas para mí. Entonces entran
en vigor las reacciones defensivas automáticas. Desde el punto de vista
de la psique, es muy sensato.
Como tercer grupo de síntomas, el autor denomina
la reducción de la productividad. Las personas no estaban
satisfechas con su trabajo y sus logros. Ellos se creían
impotentes, no sentían que consiguieran algún éxito. Todo para ellos era
demasiado. Y sentían que no estaban recibiendo el reconocimiento
que merecían.
Al haber realizado esta investigación, Freudenberger
descubrió que los síntomas del síndrome del trabajador quemado
no se correlacionan con la cantidad de horas laborales. Sí,
entre más horas trabaja alguien, más se afecta su estado emocional.
El agotamiento emocional crece proporcionalmente de acuerdo
a las horas laborales, pero los otros dos grupos de síntomas,
la productividad y deshumanización, casi no afectan.
La persona sigue siendo productiva por algún tiempo. Esto indica que
el agotamiento tiene su propia dinámica. Es más que
un simple agotamiento. Lo veremos con más detalle más adelante.
Las etapas del agotamiento
Freudenberger creó una escala de 12 niveles que
a primera vista se ve muy inofensiva:
1. Al principio
las personas con agotamiento tienen un deseo obsesivo de afirmación
(“soy capaz de hacer algo“), probablemente hasta en forma
de competencia con otras personas.
2. Después
comienza la actitud negligente con sus propias necesidades.
La persona se ve menos involucrada y motivada para hacer
ejercicio o cualquier otra actividad que le guste, tiene menos tiempo
para otras personas, para sí misma, habla con menos frecuencia con otras
personas.
3. En el siguiente
nivel el individuo no tiene tiempo para resolver conflictos, por
lo tanto los ignora, y más adelante inclusive no los percibe.
No se da cuenta en el trabajo, en su casa
o con sus amigos que hay algunos problemas. Simplemente se retira.
Vemos algo parecido en una flor que se marchita más y más cada
día.
4. Más
adelante pierde los sentimientos con respecto a sí misma. Las
personas ya no sienten. Se vuelven máquinas
y ya no pueden parar.
5. Después
de un tiempo empiezan a sentir un vacío interior,
y si esto dura un tiempo prolongado, se vuelven depresivas.
En la última (duodécima etapa), la persona está
completamente rota. Se enferma -tanto físicamente como mentalmente-, pasa
por una frustración y a veces tiene pensamientos suicidas.
En una ocasión vino a mí un paciente con
agotamiento emocional. Llegó, se sentó en una silla, suspiró
y me dijo: ”Me alegro de estar aquí“. Lucía muy agotado.
Resultó que ni siquiera pudo llamarme por su cuenta para hacer
la cita, su esposa fue la que marcó mi número telefónico.
Le pregunté entonces qué tan urgente era su asunto. Me dijo que
muy urgente. Y entonces le di la fecha más cercana que era
para la primera hora del lunes. El día de la cita
me confesó: “Todo el fin de semana no me podía
garantizar que no saltaría por la ventana. Así de insoportable
era mi condición”.
Era un hombre de negocios muy exitoso. Sus empleados no sospechaban nada de su condición, pudo disimular su frustración. Durante mucho tiempo se lo ocultó a su esposa también. En la etapa 11 ella se dio cuenta. Él siguió negando el problema un tiempo, y cuando ya no pudo seguir viviendo así, bajó la presión desde el exterior, se sintió listo para hacer algo. Esto es lo que puede provocar el agotamiento. Claro, es un ejemplo algo extremo.
Era un hombre de negocios muy exitoso. Sus empleados no sospechaban nada de su condición, pudo disimular su frustración. Durante mucho tiempo se lo ocultó a su esposa también. En la etapa 11 ella se dio cuenta. Él siguió negando el problema un tiempo, y cuando ya no pudo seguir viviendo así, bajó la presión desde el exterior, se sintió listo para hacer algo. Esto es lo que puede provocar el agotamiento. Claro, es un ejemplo algo extremo.
Del entusiasmo al asco
Para designar con las palabras más sencillas cómo
se manifiesta el desgaste emocional, se puede recurrir
a la descripción del psicólogo alemán Matthias Burisch.
Él describió cuatro etapas:
1. Primera etapa es completamente
inofensiva: de hecho todavía no es un desgaste emocional.
Debes estar muy atento. Es la persona que se siente invadida por
un idealismo y entusiasmo exagerado por realizar algunas ideas, pero
empieza a exigir demasiado de sí mismo. Las demandas son muy
altas durante algunas semanas o meses.
2. Segunda etapa es agotamiento
físico, emocional y debilidad física.
3. Tercera etapa, por
lo general, se manifiestan las primeras reacciones defensivas. Y ¿qué
es lo que hace una persona si las exigencias son exageradas?
Se retira de las relaciones, se presenta
la deshumanización. Esta reacción es un mecanismo defensivo para
que el agotamiento no se agrave. Intuitivamente, la persona
siente que necesita un descanso, y mantiene las relaciones sociales
en menor medida. Las relaciones, que uno debe mantener a fuerza,
se ven agobiadas por rechazo y repulsión. Básicamente es una
reacción correcta. Sin embargo, el área en la que esta reacción
comienza a actuar, no es adecuada para esto. Más bien,
la persona debe estar más relajada con respecto a las demandas que
le hacen. Pero esto exactamente es lo que no puede lograr,
aislarse de las demandas y reclamaciones.
4. La cuarta
etapa refuerza
lo que pasa en la etapa anterior, es la fase final del
agotamiento. Burisch le llama "el síndrome
de la repulsión". Este término significa que la persona
no siente ninguna alegría por nada. Todo le provoca repudio
y rechazo. Por ejemplo, me comí un pescado en mal estado,
esto me hizo trasbocar y al día siguiente, al percibir
el aroma de cualquier pescado, me dio asco. Es una reacción
defensiva después de una intoxicación.
Las causas del agotamiento
Hablando de las causas, se destacan tres campos.
El primero es el campo individual psicológico, cuando alguien
desea entregarse al estrés. El segundo campo es social psicológico
o simplemente social: es la presión desde el exterior,
diferentes tendencias de moda y normas sociales, las exigencias
en el trabajo, el espíritu del tiempo. Por ejemplo, se cree
que cada año debes hacer un viaje y si no lo puedes
hacer, estás fuera de tiempo, te diferencias demasiado de las
personas que lo hacen y de su estilo de vida. Esta
presión puede ocurrir en forma disimulada pero puede causar desgaste
emocional.
Las exigencias más dramáticas son, por ejemplo,
la prolongación del tiempo laboral. Hoy en día la gente trabaja
horas extra en ocasiones y no recibe el pago por estas
horas, pero si se niega a hacerlo lo despiden.
El exceso del trabajo es una condición que caracteriza la época
capitalista en la que vivimos.
Por lo tanto, hemos identificado dos grupos de causas. Con el primer tipo podemos trabajar en el aspecto psicológico, recurriendo a consultas y terapias. Si se trata del segundo tipo, hay que cambiar algo a nivel ideológico y laboral.
Pero también existe una tercera causa relacionada con la organización del sistema. Si el sistema le da poca libertad a un individuo, poca responsabilidad, si en el ámbito laboral se da el mobbing (bullying), las personas se ven expuestas a un estrés enorme. Y entonces es cuando se necesita una reestructuración del medio. Es necesario desarrollar y reorganizar de otra manera.
Por lo tanto, hemos identificado dos grupos de causas. Con el primer tipo podemos trabajar en el aspecto psicológico, recurriendo a consultas y terapias. Si se trata del segundo tipo, hay que cambiar algo a nivel ideológico y laboral.
Pero también existe una tercera causa relacionada con la organización del sistema. Si el sistema le da poca libertad a un individuo, poca responsabilidad, si en el ámbito laboral se da el mobbing (bullying), las personas se ven expuestas a un estrés enorme. Y entonces es cuando se necesita una reestructuración del medio. Es necesario desarrollar y reorganizar de otra manera.
No se puede comprar el sentido común
Nos limitamos con estudiar el grupo de las causas
psicológicas. Mediante un análisis existencial hemos determinado que
la causa del desgaste emocional es el vacío existencial.
El agotamiento emocional se puede entender como una forma
de vacío existencial. Viktor Frankl describe el vacío existencial
como el sufrimiento por sentir el vacío y no encontrar
el sentido.
La investigación llevada a cabo en Austria, durante
la cual fueron examinados 271 doctores, mostró los siguientes
resultados. Se descubrió que aquellos médicos que llevaban la vida
llena de sentido y no padecían del vacío emocional, casi nunca
sufrían de desgaste emocional, inclusive a pesar de trabajar
muchas horas al día. Aquellos doctores que mostraban el nivel del
vacío emocional alto en su trabajo, demostraban los niveles altos del
agotamiento emocional, inclusive si trabajaban menos horas al día.
De aquí podemos sacar la conclusión: no se puede comprar el sentido común.No me aporta nada el dinero que gano, si en el trabajo sufro un gran vacío y no le encuentro algún sentido. No hay recompensa en ello.
De aquí podemos sacar la conclusión: no se puede comprar el sentido común.No me aporta nada el dinero que gano, si en el trabajo sufro un gran vacío y no le encuentro algún sentido. No hay recompensa en ello.
El síndrome del desgaste laboral siempre nos confronta con
las siguientes preguntas: ¿en realidad le encuentro sentido
a lo que estoy haciendo? ¿Sentimos algún valor personal
en nuestro quehacer? De esto depende el sentido
de lo que estamos hablando. Si perseguimos lo que pensamos
que tiene sentido: una carrera, reconocimiento social o el amor
de los que te rodean, entonces estamos equivocados porque tales
sentidos son falsos, nos cuestan muchas fuerzas y causan estrés. Y como
resultado tenemos un déficit de sentirnos realizados, de hecho
experimentamos la devastación, incluso cuando nos relajamos.
En otro extremo, al contrario, nos sentimos realizados inclusive cuando nos cansamos. Pues el deber cumplido, a pesar del cansancio, no provoca el desgaste emocional.
En resumidas cuentas podemos decir lo siguiente: el desgaste emocional es un estado final que llega como consecuencia de una reacción en cadena que no te permite sentir pleno y satisfecho con lo que estás haciendo. En otras palabras, si le encuentro el sentido a lo que estoy haciendo, si siento que lo que estoy haciendo es interesante e importante, me alegro y quiero hacerlo, no hay lugar para el agotamiento emocional. Pero esos sentimientos no hay que confundirlos con el entusiasmo. El entusiasmo no siempre está conectado con la plenitud, es una faceta más humilde y oculta.
En otro extremo, al contrario, nos sentimos realizados inclusive cuando nos cansamos. Pues el deber cumplido, a pesar del cansancio, no provoca el desgaste emocional.
En resumidas cuentas podemos decir lo siguiente: el desgaste emocional es un estado final que llega como consecuencia de una reacción en cadena que no te permite sentir pleno y satisfecho con lo que estás haciendo. En otras palabras, si le encuentro el sentido a lo que estoy haciendo, si siento que lo que estoy haciendo es interesante e importante, me alegro y quiero hacerlo, no hay lugar para el agotamiento emocional. Pero esos sentimientos no hay que confundirlos con el entusiasmo. El entusiasmo no siempre está conectado con la plenitud, es una faceta más humilde y oculta.
A qué me entrego
Otro aspecto del tema del agotamiento emocional
es la motivación. ¿Por qué estoy haciendo algo? y ¿qué tanto
me llama la atención lo que estoy haciendo?
Si no le puedo entregar mi corazón a mi quehacer,
si no me interesa y lo hago por otros motivos, significa
que de alguna manera miento.
Es como si estuviera escuchando hablar a alguien, pero pensando en otras cosas. O sea que no estoy presente en esto. Pero si no estoy presente en mi trabajo, en mi vida, no puedo obtener recompensas por eso. No se trata del dinero. Sí, por supuesto, puedo ganar dinero con mis acciones, pero a nivel personal no recibo ningún premio. Si no le pongo mi alma a una tarea y utilizo mi trabajo como un medio para alcanzar mis objetivos, quiere decir que abuso de la situación.
Por ejemplo, puedo empezar un proyecto porque me promete mucho dinero. Y casi no puedo resistirlo u oponerme a esto. De esa manera puedo caer en la tentación que luego me llevará al agotamiento emocional. Si esto sucede solo una vez, posiblemente no esté tan mal. Pero si esto ocurre a lo largo de muchos años, entonces simplemente estoy de paso en mi propia vida. ¿A qué me entrego?
Por cierto, aquí es cuando voy a condicionar el síndrome del agotamiento laboral. Porque lo más probable es que no voy a poder detenerme, y necesitaré un muro para chocar y parar algún impulso desde adentro para que ya no pueda moverme en la misma dirección y así reconsiderar mis acciones.
Es como si estuviera escuchando hablar a alguien, pero pensando en otras cosas. O sea que no estoy presente en esto. Pero si no estoy presente en mi trabajo, en mi vida, no puedo obtener recompensas por eso. No se trata del dinero. Sí, por supuesto, puedo ganar dinero con mis acciones, pero a nivel personal no recibo ningún premio. Si no le pongo mi alma a una tarea y utilizo mi trabajo como un medio para alcanzar mis objetivos, quiere decir que abuso de la situación.
Por ejemplo, puedo empezar un proyecto porque me promete mucho dinero. Y casi no puedo resistirlo u oponerme a esto. De esa manera puedo caer en la tentación que luego me llevará al agotamiento emocional. Si esto sucede solo una vez, posiblemente no esté tan mal. Pero si esto ocurre a lo largo de muchos años, entonces simplemente estoy de paso en mi propia vida. ¿A qué me entrego?
Por cierto, aquí es cuando voy a condicionar el síndrome del agotamiento laboral. Porque lo más probable es que no voy a poder detenerme, y necesitaré un muro para chocar y parar algún impulso desde adentro para que ya no pueda moverme en la misma dirección y así reconsiderar mis acciones.
El ejemplo con el dinero, probablemente,
es el más superficial. La motivación podría ser más profunda.
Por ejemplo, puedo querer obtener reconocimientos. Necesito que me alaben.
Y sin satisfacer estas necesidades narcisistas me vuelvo ansioso. Por
afuera no es notable, solo las personas que están cerca
de mí lo pueden percibir. Pero lo más seguro es que
no voy a comentar eso con ellos. Ni yo mismo me doy
cuenta de que tengo estas necesidades.
O, por ejemplo, necesito la seguridad. Sufrí la pobreza
cuando era niño, tuve que ponerme la ropa hasta que se desgastaba por
completo. Por eso se burlaban de mí y me daba
vergüenza. Probablemente mi familia pasó por hambre.
Y no me hubiera gustado volver a vivirlo nunca más. Conocí
a unas personas que se hicieron ricas, muchas de las cuales
terminaron con el síndrome del agotamiento emocional. Porque el motivo
primario que tenían era prevenir a toda costa el estado
de la miseria, para nunca más volver a ser pobres.
En términos humanos es comprensible. Pero puede llevar
a exigencias excesivas que no terminarán nunca. Para que
la gente esté dispuesta a seguir esta aparentemente falsa motivación
durante un tiempo prolongado, detrás de su comportamiento debe
haber una falta de algo, una escasez percibida a nivel mental
o alguna desgracia. Tal deficiencia lleva al individuo
a la autoexplotación.
El valor de la vida
Esta deficiencia puede no sólo ser una necesidad
subjetivamente percibida, sino también un objetivo que quieres lograr,
lo cual al final de cuentas te llevará al agotamiento
emocional.
¿Cómo percibo mi vida? De acuerdo a esto puedo diseñar mis objetivos. Los objetivos pueden ser inculcados por parte de tus padres, o igual, puedes descubrirlos por tu cuenta. Por ejemplo: quiero lograr algo material. O quiero tener tres hijos. Quiero ser psicólogo, médico o político. De esta manera la persona se propone metas que quiere lograr.
Es completamente normal. ¿Quién de nosotros no tendrá algún objetivo en la vida? Pero si los objetivos llenan toda tu vida, si empiezan a representar demasiado valor para ti, te llevan a tener una conducta rígida. Entonces aplicas todas tus fuerzas en lograr estos objetivos. Y todo lo que haces se convierte en medios para lograr lo propuesto. Y eso en sí, no tiene un valor propio sino que representa un valor útil.
"¡Qué bueno que voy a aprender a tocar el violín!", esto es un ejemplo del valor propio. Pero si quiero ser solista, entonces tocando alguna obra voy a estarme comparando con los demás todo el tiempo. Sé que necesito practicar más, tocar más y más para lograr el objetivo. De tal manera empieza a prevalecer la orientación al objetivo sobre la orientación al valor. De esta manera aparece la insuficiencia de actitud interior. Estoy haciendo algo pero en lo que hago no hay un sentimiento interior. Entonces es cuando mi vida pierde valor. Yo mismo destruyo el contenido interno para alcanzar objetivos.
Cuando la persona desprecia de esta manera el valor interno de las cosas prestándoles poca atención, surge la subestimación del valor de su propia vida. Es decir, resulta que yo uso mi tiempo en la meta que me he propuesto. Esto conduce a la pérdida de relaciones y disconformidad propia. El desatender los valores internos y el valor de tu propia vida te provoca estrés.
Todo lo que hemos hablado hasta ahora se puede resumir de la siguiente manera. El estrés que te lleva al agotamiento se relaciona con hacer algo sin tu consentimiento interior, sin sentir el verdadero valor de lo que estás haciendo y sin valorarte a ti mismo. De esta manera llegamos a un estado previo a la depresión.
Esto sucede aun cuando hacemos demasiadas cosas o simplemente lo hacemos por hacer algo. Por ejemplo, estoy preparando la comida con tal de que esté lista pronto. Y entonces me alegro cuando ya puedo servir. Pero si me alegro por algo que se ha terminado, esto me indica que en ningún momento vi el valor en lo que acabo de hacer. Y si no tiene valor, no puedo decir que me gusta hacerlo, lo que es importante para mí.
¿Cómo percibo mi vida? De acuerdo a esto puedo diseñar mis objetivos. Los objetivos pueden ser inculcados por parte de tus padres, o igual, puedes descubrirlos por tu cuenta. Por ejemplo: quiero lograr algo material. O quiero tener tres hijos. Quiero ser psicólogo, médico o político. De esta manera la persona se propone metas que quiere lograr.
Es completamente normal. ¿Quién de nosotros no tendrá algún objetivo en la vida? Pero si los objetivos llenan toda tu vida, si empiezan a representar demasiado valor para ti, te llevan a tener una conducta rígida. Entonces aplicas todas tus fuerzas en lograr estos objetivos. Y todo lo que haces se convierte en medios para lograr lo propuesto. Y eso en sí, no tiene un valor propio sino que representa un valor útil.
"¡Qué bueno que voy a aprender a tocar el violín!", esto es un ejemplo del valor propio. Pero si quiero ser solista, entonces tocando alguna obra voy a estarme comparando con los demás todo el tiempo. Sé que necesito practicar más, tocar más y más para lograr el objetivo. De tal manera empieza a prevalecer la orientación al objetivo sobre la orientación al valor. De esta manera aparece la insuficiencia de actitud interior. Estoy haciendo algo pero en lo que hago no hay un sentimiento interior. Entonces es cuando mi vida pierde valor. Yo mismo destruyo el contenido interno para alcanzar objetivos.
Cuando la persona desprecia de esta manera el valor interno de las cosas prestándoles poca atención, surge la subestimación del valor de su propia vida. Es decir, resulta que yo uso mi tiempo en la meta que me he propuesto. Esto conduce a la pérdida de relaciones y disconformidad propia. El desatender los valores internos y el valor de tu propia vida te provoca estrés.
Todo lo que hemos hablado hasta ahora se puede resumir de la siguiente manera. El estrés que te lleva al agotamiento se relaciona con hacer algo sin tu consentimiento interior, sin sentir el verdadero valor de lo que estás haciendo y sin valorarte a ti mismo. De esta manera llegamos a un estado previo a la depresión.
Esto sucede aun cuando hacemos demasiadas cosas o simplemente lo hacemos por hacer algo. Por ejemplo, estoy preparando la comida con tal de que esté lista pronto. Y entonces me alegro cuando ya puedo servir. Pero si me alegro por algo que se ha terminado, esto me indica que en ningún momento vi el valor en lo que acabo de hacer. Y si no tiene valor, no puedo decir que me gusta hacerlo, lo que es importante para mí.
Si esto sucede con frecuencia, entonces en realidad nos
alegramos porque la vida se va y no estamos
participando. Por lo tanto nos gusta la muerte, la destrucción.
Si simplemente realizo acciones, eso no es vida, tenemos que
sentir la vida en todo lo que hacemos. Para no dejarla
ir sin formar parte de ella.
El agotamiento es un recibo psicológico que nos entregan por estar alejados de la vida. Es una vida que realmente no es propia.
Aquella persona que la mayor parte del tiempo hace algo
de mala gana, no le regala nada a su alma,
no siente alegría, tarde o temprano se va a topar con
el síndrome del agotamiento. Entonces estará en peligro. Pues
solamente estará protegido del agotamiento si se siente internamente
de acuerdo con lo que está haciendo.
La prevención del agotamiento
¿Qué hacer con el síndrome de agotamiento y cómo
prevenirlo? Muchos aspectos se solucionan solos si el individuo
entiende qué fue lo que le provocó tal condición. Si lo entiende
puede empezar a solucionar el problema hablando consigo mismo
o con sus amigos sobre esto. ¿Debería seguir viviendo de tal manera?
Yo mismo me sentía igual hace unos dos años. Iba a escribir un libro en verano. Con todos mis papeles fui a mi casa de campo. Vine, me establecí, fui a dar una vuelta, hablé con mis vecinos. Al día siguiente hice lo mismo: llamé a mis amigos y nos encontramos. Al tercer día igual. La verdad se me cruzó por la mente que ya debería de empezar a escribir, pero no sentía muchas ganas de hacerlo. Intenté recordarme que era mi deber, que la editorial estaba esperando. Y eso, a su vez, ya era una presión.
Entonces me acordé del síndrome de agotamiento. Y me dije: probablemente necesito más tiempo, seguramente el deseo regresará. Y me permití observar. Porque cada año sentía ganas. Pero aquel año nunca llegó la inspiración, y para finales del verano ni siquiera había abierto la carpeta con mis apuntes. No escribí ni una frase. En lugar de eso descansé e hice cosas maravillosas.
Después empecé a dudar cómo debería tomarlo, ¿algo bueno o algo malo? Llegué a la conclusión de que no cumplí con mi deber y fue un fracaso. Entonces me dije que estuvo mejor haber hecho lo que hice. Porque estaba un poco agotado, pues antes de que empezara aquel verano había hecho muchas cosas y todo el año académico estuvo muy saturado.
Ahora bien, por supuesto, tuve una batalla interior. Pensaba, contemplaba y reflexionaba qué era lo que más me importaba en la vida. Y como resultado, dudé de que el libro fuera tan importante en mi vida. Es más importante vivir, estar aquí, tener relaciones que valgan la pena, sentir alegría y no estar aplazándolo todo. Pues no sabemos cuánto tiempo tenemos en realidad.
Yo mismo me sentía igual hace unos dos años. Iba a escribir un libro en verano. Con todos mis papeles fui a mi casa de campo. Vine, me establecí, fui a dar una vuelta, hablé con mis vecinos. Al día siguiente hice lo mismo: llamé a mis amigos y nos encontramos. Al tercer día igual. La verdad se me cruzó por la mente que ya debería de empezar a escribir, pero no sentía muchas ganas de hacerlo. Intenté recordarme que era mi deber, que la editorial estaba esperando. Y eso, a su vez, ya era una presión.
Entonces me acordé del síndrome de agotamiento. Y me dije: probablemente necesito más tiempo, seguramente el deseo regresará. Y me permití observar. Porque cada año sentía ganas. Pero aquel año nunca llegó la inspiración, y para finales del verano ni siquiera había abierto la carpeta con mis apuntes. No escribí ni una frase. En lugar de eso descansé e hice cosas maravillosas.
Después empecé a dudar cómo debería tomarlo, ¿algo bueno o algo malo? Llegué a la conclusión de que no cumplí con mi deber y fue un fracaso. Entonces me dije que estuvo mejor haber hecho lo que hice. Porque estaba un poco agotado, pues antes de que empezara aquel verano había hecho muchas cosas y todo el año académico estuvo muy saturado.
Ahora bien, por supuesto, tuve una batalla interior. Pensaba, contemplaba y reflexionaba qué era lo que más me importaba en la vida. Y como resultado, dudé de que el libro fuera tan importante en mi vida. Es más importante vivir, estar aquí, tener relaciones que valgan la pena, sentir alegría y no estar aplazándolo todo. Pues no sabemos cuánto tiempo tenemos en realidad.
Por lo general, el tratamiento del síndrome
de agotamiento empieza con una descarga emocional. Date más tiempo para
cumplir con tus tareas, empieza a delegar las responsabilidades,
a compartirlas, proponte metas realistas. Hay muchas cosas para discutir
en este punto. Aquí realmente nos encontramos con las estructuras muy
profundas de la existencia. Se trata de nuestra actitud
hacia la vida, necesitamos que nuestros objetivos sean auténticos
y acordes con nosotros mismos.
Si el síndrome del agotamiento tiene una forma más
marcada en ti, puedes ir con un doctor, incapacitarte por
un rato, descansar físicamente. O simplemente date un tiempo
e intenta no presionarte con tus obligaciones.
Sin embargo, el problema es que las personas que padecen
del síndrome del agotamiento no se lo pueden permitir.
Si la persona se incapacita, sigue exigiéndose demasiado
de sí mismo, y de tal manera no puede alejarse
de la presión. Las personas sufren de remordimientos
de consciencia habitualmente. Además adicionando cualquier enfermedad,
siempre se empeorará el estado de agotamiento.
Por un corto plazo podrían ayudar los medicamentos, sin
embargo no son la solución del problema. La salud física
es la base. Pero también debes trabajar en tus necesidades,
deficiencias internas, objetivos y expectativas de vida. Debes pensar
de qué manera puedes reducir la presión por parte de la sociedad,
cómo puedes protegerte. En algunas ocasiones es saludable y hay
que pensar en cambiar de trabajo.
En el caso más grave que he visto en mi práctica, la persona necesitó de 4 a 5 meses sin trabajar del todo. Y después de regresar al trabajo, encontró un estilo nuevo de realizar sus tareas, de otra manera dentro de unos meses la persona se habría agotado nuevamente. Por supuesto, si trabaja duro a lo largo de 30 años, es muy complicado para ella reajustarse, sin embargo siempre es necesario.
En el caso más grave que he visto en mi práctica, la persona necesitó de 4 a 5 meses sin trabajar del todo. Y después de regresar al trabajo, encontró un estilo nuevo de realizar sus tareas, de otra manera dentro de unos meses la persona se habría agotado nuevamente. Por supuesto, si trabaja duro a lo largo de 30 años, es muy complicado para ella reajustarse, sin embargo siempre es necesario.
Se puede prevenir el síndrome del agotamiento haciéndote
estas simples preguntas:
1. ¿Para
qué lo estoy haciendo? ¿Para qué estudio en la universidad?
¿Para qué escribo el libro? ¿Cuál es el sentido de eso? ¿Me
representa un valor?
2. ¿Me
gusta lo que estoy haciendo? ¿Amo hacerlo? ¿Siento que es bueno? ¿Tan
bueno que lo hago con ganas? ¿Me alegra lo que estoy haciendo?
Probablemente no siempre va a ser así, sin embargo
la alegría y la satisfacción tienen que prevalecer.
Al final de cuentas te puedes hacer otra pregunta,
más personal: ¿Quiero vivir para eso? ¿Si estoy muriendo y miro hacia
atrás, pensaré que por eso valió la pena vivir?
Traducción y adaptación: Genial.guru
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